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Henri Falcón: ¿llegó la transición a Venezuela?

Es de la oposición, pero su inminente fracaso lo ha acercado a los adherentes más pragmáticos del gobierno.

Por: Economist Intelligence Unit | Publicado: Viernes 6 de abril de 2018 a las 04:00 hrs.
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El sistema electoral de Venezuela se ha vuelto aún más opresivo, con el gobierno prohibiendo la participación de los principales partidos de oposición, incluyendo a la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en las elecciones presidenciales del 20 de mayo. En este contexto, la oposición decidió boicotear los comicios, pero Henri Falcón, de Avanzada Progresista (AP), decidió romper con esta unidad al convertirse en el único político de oposición en participar. Como resultado, la MUD se distanció de él.

Esto ha dañado severamente sus posibilidades. Aun cuando la AP será apoyada por partidos menores, tendrá problemas para movilizar votantes sin el apoyo de los principales jugadores de la MUD. AP tiene presencia territorial limitada, con fortaleza sólo en el estado centro occidental de Lara, que Falcón gobernó en 2008-2017. Sin embargo, incluso en ese bastión la AP sufrió una contundente derrotada en las elecciones de octubre y diciembre del año pasado.

La falta de un aparato de campaña es una clara desventaja dado que la participación en las elecciones es voluntaria y los votantes de oposición están desmoralizados y desmovilizados. De hecho, mientras la popularidad de Maduro oscila entre 20% y 30%, cerca de un 90% de esos adherentes le han dicho a las encuestadores que están dispuestos a votar. Por el contrario, del 70% de los votantes que no apoyan al gobierno, sólo dos quintos está dispuesto a votar bajo las condiciones electorales actuales. Más aún, Falcón hace poco para inspirar a estos votantes, ya que su popularidad es tan baja como la de Maduro. La MUD quedó herida por la desmoralización del electorado en las elecciones de octubre y Falcón enfrenta el mismo problema. En este clima, y sin la ayuda de la movilización electoral de la MUD, las bajas cifras de participación hacen posible que Falcón sea derrotado incluso sin un fraude descarado.

Candidato de la transición

Falcón parece entender que su campaña va directo al fracaso. Recientemente comenzó una gira nacional y destacó la importancia de impulsar la participación, pero parece estar intentando cautivar a un tipo distinto de electorado. Su cortejo a los militares a principios de marzo sugiere que, sabiendo que una victoria es poco probable, acepta la presión de los pragmáticos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) a Maduro para facilitar su victoria en mayo. De hecho, Falcón ha dicho que estaría dispuesto a asumir el cargo el día siguiente de las elecciones, y no esperaría hasta 2019, cuando termina oficialmente el período de Maduro.

Presentándose a sí mismo como un candidato de consenso, habiendo sido una figura central en el PSUV y en la MUD, Falcón parece ofrecer un tentador acuerdo a los miembros más pragmáticos del régimen. Una presidencia de Falcón entregaría legitimidad al gobierno y llevaría a un levantamiento de las sanciones internacionales. La remoción de las sanciones, a su vez, facilitaría la reestructuración de la deuda externa y el acceso al financiamiento externo que necesita desesperadamente Pdvsa, la golpeada empresa petrolera estatal, para recuperarse. Apoyando esta visión, Falcón visitó Estados Unidos y habló de tener “contactos de alto nivel” con los gobiernos de EEUU y Latinoamérica. Su principal asesor económico, Francisco Rodríguez, un economista de Wall Street y exfuncionario público que asesoró al gobierno en 2016, planteó un programa de estabilización que propone dolarizar la economía, reestructurar los pagos de deuda externa, enrielar a Pdvsa y restaurar el acceso al financiamiento internacional. Falcón parece ofrecer una solución, aunque liviana en los detalles, a la crisis política y económica del país.

Sin embargo, el acuerdo parece demasiado bueno para ser verdad. Para empezar, podría no asegurar el apoyo de la oposición, al ser visto no como una figura de transición sino como un lavado de imagen de un régimen autocrático. Para ganar legitimidad de figuras de oposición domésticas y externas, tendría que restaurar las libertades civiles y liberar a los prisioneros políticos, lo que podría ser incapaz de hacer ya que generaría inestabilidad política. Sin esa legitimidad, es poco probable que se levanten las sanciones, lo que sería un impedimento para el programa macroeconómico.

En el contexto actual, no pensamos que Falcón pueda obtener el apoyo local y externo necesario para ser considerado una alternativa creíble. La reelección de Maduro, entonces, parece inevitable.

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